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Lectyo intentará ser un puente para todos los lectores hispanohablantes que quieran interactuar con autores y editores para descubrir propuestas literarias al margen de las tendencias más comerciales. Y lo hará sin lo más característico de webs como Goodreads, el sistema de puntuación para valorar los libros. “Lo hemos eliminado porque eso suele acabar en una tendencia mainstream”, aclara González. “Nos interesa crear un lugar de debate donde también se hable de los libros pequeños por su interés literario y no porque los avalen grandes promociones”. Lectyo tendrá que competir con un modo de entender el debate literario que tiene un dominador absoluto: Goodreads. Esta red social cuenta con más de 25 millones de usuarios. Siete de cada 10 son mujeres y la mitad tienen menos de 30 años. Por países, casi la mitad (el 45%) son de fuera de Estados Unidos y, dentro de Europa, España ocupa el cuarto puesto. Su base de datos acumula más de 360 millones de reseñas y cuenta con miles de clubes de lectura que parcelan su web en todo género literario concebible. “La epifanía de Goodreads la tuve en casa de un amigo, cuando miré su estantería y me di cuenta de que allí había una mina de oro”, afirma Otis Chandler, presidente y fundador de Goodreads. Pero ese sueño se nubló cuando Amazon compró la empresa por una cantidad que Bloomberg estimó en 780 millones de euros. Una de las primeras medidas de la nueva gestión fue eliminar las reseñas que, para Amazon, eran agresivas con los autores. Desde entonces han florecido las críticas de los usuarios y el temor a que una plataforma democrática acabe sometida a la industria. Pero la competencia de Amazon, las editoriales de siempre, no han hecho mejor las cosas. Bookish, red social montada por Hachette Book Group, Penguin Group (USA) y Simon & Schuster, fue criticada con dureza por Peter Winkler en The Huffington Post por mentir a sus usuarios, ya que los únicos libros que se promocionaban eran de estas editoriales. James McQuivey escribía en Forbes la venta de Goodreads a Amazon como “una oportunidad perdida” de las editoriales. Bookish ha sido vendida hace dos semanas a la distribuidora Zola, confirmando su fracaso. Las editoriales siguen este fenómeno con interés... y prudencia. “Por un lado es algo muy bueno, porque todo lugar que hable de libros nos beneficia”, afirma Blanca Rosa Roca, editora de Roca Editorial. “Pero también es verdad que en las redes sociales cualquiera puede dar su opinión y lo cierto es que los lectores se fían más unos de otros que de la crítica”. Blanca Roca asevera que han notado una considerable bajada de influencia de los medios de comunicación clásicos: “Antes sabías que si salías en los suplementos culturales, al día siguiente vendías libros. Eso ha cambiado”.
Carmen Amoraga, ganadora del último premio Nadal con La vida era eso(Destino), sobre las redes sociales, cree que las cosas han cambiado, pero para bien. “Sinceramente, me cuesta encontrarles una pega a estas redes sociales. Creo que ampliar espacio para que los lectores hablen de libros es un avance”. Amoraga admite que la crítica literaria es necesaria, pero entiende que los lectores prefieran fiarse de alguien de quien conocen los gustos que de la opinión de un experto. Para Antonio Muñoz Molina la presencia de estos clubes online también son una buena noticia, aunque con una matización: ""El único peligro es que esas redes, por su propia naturaleza, favorezcan la endogamia de los que comparten gustos y posturas muy similares. Pero eso ha ocurrido siempre. El entusiasmo por la literatura de grupos fervorosos suele tener una contrapartida de sectarismo: un afirmar negando en el que la afirmación cuenta a veces menos que la negación. Nada empobrece más la literatura que el prejuicio". La pregunta esencial es si estas redes benefician de verdad a los lectores. Joy Holt, investigador de la Universidad del Norte de Texas, que ha coescrito un estudio sobre las ventajas de estas comunidades online para fomentar la lectura en adolescentes, cree que hay que ser optimistas. “Lo que hace bien Goodreads es conectar gente, dar al estudiante un público al que escribirle. Luego se esfuerzan más en escribir críticas para el resto de la clase, y por tanto ponen más atención en lo que leen”. Para César Antonio Molina, exministro de Cultura y actual director de la Casa del Lector, pintarle rabo, cuernos y tridente a Internet no tiene sentido: “Puede que el malentendido venga de comparar la banalidad de buena parte de lo que se ve en la red. Debemos recordar que lo bueno o malo que haya en Internet depende de los contenidos que los usuarios publiquen”.
Para bien o para mal, el libro y las redes sociales están condenados a entenderse. “Sería una locura no darse cuenta de que este es el futuro”, afirma Luis González, padre de Lectyo. “Y creo que el usuario pedirá cada vez más una mayor independencia, porque los lectores, como las personas, son muy distintos. Y el mainstream nos hace a todos iguales”. Otis Chandler, padre de Goodreads, es lapidario: “En el mundo internauta de hoy en día, somos la evolución natural de lo que viene pasando desde hace siglos: a la gente le encanta compartir y discutir los libros que leen”. Fuente: elpais.com |